Guadalupe:
la “certeza” de los
mexicanos (y de América)
* Entre
ayer y hoy 12 de diciembre han visitado a la Virgen en su "casita del
Tepeyac" cerca de 9 millones de peregrinos
En
2005, el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio dio una serie de conferencias
sobre “Utopia, pensamiento y compromiso para reconstruir Argentina”. Hoy,
cuando México enfrenta una de las temporadas de incertidumbre más graves de su
historia moderna, vale la pena volver al pensamiento de un hombre que decidió,
siendo cardenal, “ponerse la patria al hombro”.
Guadalupe
puede ser la clave. Porque Guadalupe nos enseña que somos una comunidad de
hermanos, independientemente de nuestra raza, nuestro sexo, nuestro idioma,
nuestra presencia física o nuestro estatus social.
Bergoglio
decía en 2005: “Somos parte de una nación fragmentada que ha cortado sus lazos
comunitarios”. Es un excelente diagnóstico no solo de Argentina hace poco más
de una década, sino de México, en diciembre de 2016.
Hay
que recuperar -decía Bergoglio- “las certezas básicas”. Mi pregunta es simple:
¿cuáles son las “certezas básicas” que podrían volver a unir lo fragmentado de
la nación mexicana?
Por
mucho que le busquemos, no hay más que Guadalupe. Ella tomó en sus manos una
nación rota y la transfiguró en unidad diversa. Lo hizo desde el más débil.
Desde el vencido. Su pedagogía es sublime. Y es la única pedagogía que une
nuestras “dos mitades”, que decía Octavio Paz: la indígena y la española.
Hemos
perdido el sentido de la trascendencia. Y nos ha alcanzado el desarraigo hasta
en lo espiritual. María de Guadalupe es el camino de retorno para volver a
construir una nación. Nuestra nación. Quizá, también, nuestra América.
Entre
ayer y hoy 12 de diciembre han llegado hasta los pies de la Virgen en su
“casita del Tepeyac”, cerca de nueve millones de peregrinos. Vienen de todo los
puntos del país y del continente. Unos a pedirle, otros a cumplirle una
“manda”, otros a darle las gracias. Es un acontecimiento alucinante.
Por
un momento México se olvida de pelearse consigo mismo. De enfrentarse a sus
hermanos centroamericanos; a sus hermanos estadounidenses. Es Guadalupe la que
hace el milagro. Como en 1531. Ella también se puso la Patria al hombro. Nunca
como ahora es necesario que se la vuelva a poner. Al continente entero: y nosotros,
con ella. (http://www.elobservadorenlinea.com)
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