domingo, 27 de noviembre de 2016

LA MUERTE DE UN INMORTAL

N. Mario Rizzo M.

LA HABANA.— Desde las horas finales de la noche del 25 de noviembre el archipiélago cubano se ha transformado en una región sumida en el silencio de un riguroso duelo nacional de nueve días durante los cuales se realizan las honras fúnebres de Fidel Castro Ruz.
El fallecimiento, por causas naturales, del viejo líder fue anunciado por el Presidente Raúl Castro en mensaje a toda la nación y de inmediato millones de cubanos comprendieron que era cierta la noticia. El hombre que sobrevivió a 634 planes de asesinato, en Cuba y fuera del país, dejaba el mundo de los vivos para entrar definitivamente en la inmortalidad.

Como todo grande su muerte provocó disimiles reacciones, desde histéricos bailes de algunos grupúsculos en las calles de Miami hasta el más profundo dolor para quienes durante mucho más de medio siglo conocieron la impronta de un hombre excepcional que dedicó toda su vida a una sola causa, la Revolución, entendida esta como la transformación radical de una sociedad en beneficio exclusivo de un pueblo amenazado desde sus orígenes por el más poderoso imperio de todos los tiempos.
Quizás, como dijera Marta Rojas, la joven estudiante de periodismo que pudo participar en el juicio que contra Fidel Castro se celebrara en 1953 luego del asalto al cuartel Moncada, su principal cualidad ha sido la de ser capaz de sobreponerse a cualquier revés y mantener el rumbo en busca de un ideal, o como dijera el propio Comandante en Jefe, convertir los reveses en victorias.
Habrá quien quiera sobredimensionar su biografía, como los habrá que pretendan denigrarla, pero lo cierto es que se corresponde sin dudas con la de una personalidad irrepetible, llamada a liderar procesos y convocar multitudes, y eso nadie lo puede negar.
Quizás su primera batalla ocurrió cuando con 6 años de edad, en medio de la dictadura de Gerardo Machado su padre lo envía a estudiar a Santiago de Cuba, a un colegio lasaliano y al cuidado de una maestra que obligada por la miseria mantenía toda su familia con los pocos dineros que el padre le hacía llegar, protestó contra el hambre que no había conocido en su finca natal y finalmente ganó la batalla y pudo continuar estudios.
En 1945 ingresa en la Universidad de La Habana, matricula tres carreras pero ocupado más en actividades políticas que en estudiar se ve obligado en tercer año a vencer más de 40 asignaturas y poder concluir dos de las tres carreras en 1950.
En la Universidad tiene sus primeros contactos con estudiantes socialistas, conoce a Lenin y Marx, pero milita en una agrupación nacionalista y comprometida en la lucha contra la corrupción generalizada por la cual llegó a ser candidato a Representante.
Desde la Universidad participó en la lucha contra la dictadura de Trujillo en República Dominicana, llegando incluso a participar en un fracasado proyecto de invasión a ese país. Estuvo en Colombia cuando el Bogotazo de 1948 y a duras penas logró salir ileso del país.
Cuando Fulgencio Batista derroca al débil y corrupto gobierno de Carlos Prío en 1952 presenta una demanda ante los tribunales que al ser desatendida por el poder judicial le sirvió para definir que cerradas las vías legales sólo podía quedar el camino de la lucha.
Crea un movimiento de jóvenes y decide iniciar la lucha armada atacando la segunda fortaleza del país, el Cuartel Moncada. La idea era sorprender a la guarnición un día de carnaval, ocupar las armas, llamar a la huelga general y de no lograr los objetivos propuestos de inmediato internarse en la Sierra Maestra para iniciar una guerra de guerrillas.
De los 160 asaltantes sólo 6 cayeron en combate. Más de 80 fueron asesinados y el resto apresado poco después de fallar la operación. Fidel es capturado tratando de llegar al monte, un sargento respetuoso de su juramento impide le asesinen.
Va a juicio. Le condenan, pero su defensa se convierte en el Programa del Moncada, declaración de los objetivos propuestos por el movimiento ya llamado 26 de Julio.
Amnistiados los moncadistas en 1956 parten hacia México donde organizan una invasión armada a la isla. Tuvieron que burlar la vigilancia de las autoridades locales, de los espías y agentes de la dictadura, hasta que finalmente parten de Tuxpan en un pequeño yate el 25 de noviembre de 1956, exactamente 60 años antes de su fallecimiento. El barco casi no puede lograr la travesía cargado con 82 expedicionarios, entre los cuales ya estaba el Che Guevara, y llega dos días después de lo previsto por una zona no calculada.
Las tropas de la dictadura los detectan y persiguen, a duras penas escapa una docena de ellos, y aun así  no pasaron muchos días antes de que atacaran con éxito un pequeño cuartel para desmentir la noticia dada por los medios oficiales de que Castro había muerto en el desembarco.
Lo demás es historia conocida. Con 800 guerrilleros logró vencer a un ejército de decenas de miles de soldados bien entrenados, apoyado por aviación militar y receptor de amplios recursos facilitados por los EEUU.
Tras el triunfo del 1 de enero de 1959 se establece un gobierno de personalidades ajenas a la dictadura pero incapaz de aplicar las promesas del Programa del Moncada. Se inician los enfrentamientos con los norteamericanos y ya para octubre del propio año comienzan ataques armados y acciones terroristas contra el gobierno que no tiene otra opción que radicalizarse.
Vendrán después Playa Girón, la Crisis de los Misiles, el Bloqueo económico, financiero y comercial. Cuba se acerca a la órbita soviética y a pesar de todas las dificultades goza de estabilidad y desarrollo para los finales de los 70 y los 80. Cae el campo socialista y contra todo pronóstico el régimen cubano resiste.
Historia contada a grandes rasgos tiene como colofón el reconocimiento tácito por parte del Presidente Obama del fracaso total de la política norteamericana sobre Cuba. Restablece relaciones y aspira a lograr iguales resultados por otras vías.
Fidel fue dado por moribundo luego de un accidente en Santa Clara al concluir un discurso, declarado casi muerto tras sufrir un desmayo durante otro discurso, así como también cuando sobrevivió a una grave enfermedad intestinal.
Parecía que tal y como ocurrió cuando no pudieron matarle envenenando un traje de buzo, dispersando LSD en un estudio de TV para que pareciera loco, regándole polvos depilatorios para dejarle sin barba, o poniéndole cianuro en un batido de chocolate, el Comandante era Inmortal.
Pero la inmortalidad no está ni en la carne ni en los huesos. La inmortalidad está en la obra y en las ideas.
La historia olvidará a sus oponentes. Se harán más pequeños con cada decenio que transcurra, pero nadie podrá escribir la historia de Latinoamérica, e incluso de África en el siglo XX sin hacer referencia a un hombre que supo vencer la mortalidad.

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