Dunas
costeras, importantes prestadoras
de servicios ambientales
CIUDAD
DE MÉXICO.— En México existen alrededor de 800 mil hectáreas de dunas costeras,
ambientes diversos y dinámicos que, a diferencia de los manglares o los
arrecifes de coral, no están conservados ni protegidos pese a estar en
constante riesgo.
Las
dunas costeras son acumulaciones de arena expuestas a la acción del viento que
pueden alcanzar diferentes alturas, desde 30 centímetros hasta 40 o 100 metros.
La Comisión Nacional Forestal (Conafor) señala que en el territorio mexicano
las dunas se encuentran en las costas de 17 estados, principalmente en Baja California,
Baja California Sur, Sonora, Jalisco, Tamaulipas, Veracruz, Quintana Roo,
Yucatán y Campeche.
Aunque
la superficie total de dunas costeras en México representa alrededor del 2% del
territorio, es ahí donde se halla el 10% de la diversidad de plantas del país,
así como una gran riqueza de animales. Además, estas acumulaciones de arena
brindan diversos servicios ambientales como purificar el agua y proteger la
costa ante tormentas, huracanes y tsunamis, resaltó la investigadora María
Luisa Martínez Vázquez, del Instituto de Ecología (Inecol).
Una
duna costera se forma cuando existen obstáculos, (piedras, ramas o plantas) que
afectan la velocidad del viento y, por tanto, disminuyen el movimiento de la
arena. Cuando esto ocurre, la arena en suspensión se precipita y se acumula
alrededor del objeto. En el caso de las plantas, estas tienen la capacidad de
crecer conforme se acumula más arena y de esa manera dar estructura y soporte a
la duna.
Las
dunas no solo son diferentes en cuanto a tamaño y forma, sino también a las
distintas especies que las habitan, como las plantas, pues las que se
encuentran asociadas a las dunas ubicadas en el Golfo de México son distintas a
las del Caribe, a las de Baja California o a las del Pacifico Sur.
Sin
embargo, aunque las plantas que habitan las dunas son diversas, sus ciclos son
parecidos, pero solo unas pocas especies son las que logran colonizar la arena
móvil de las dunas, ya que, además del movimiento de la arena, en ese ambiente
el agua y los nutrientes son escasos y solo unas cuantas toleran esas
condiciones, indicó Martínez Vázquez, integrante de la Academia Mexicana de
Ciencias.
Las
llamadas “psamófilas” (que ‘aman la arena’) son las primeras colonizadoras de
la arena móvil; conforme crecen y cubren la arena con su follaje contribuyen a
que se estabilice la duna, y con menos movimiento de arena también hay más
humedad y cantidad de nutrientes.
Estas
nuevas condiciones permiten que otras plantas empiecen a colonizar la duna. Las
plantas que llegan modifican otra vez el ambiente y favorecen la presencia de
más especies, constituyendo de esta manera el proceso que se conoce como sucesión.
La
especialista en estos ecosistemas apuntó que, dada la importancia ecológica de
las dunas costeras, es relevante estudiar los factores que las afectan. Uno de
ellos es la opresión costera, un fenómeno que ocurre en las costas que tienen
desarrollos turísticos y urbanos (muchas veces sobre las dunas), lo que
ocasiona que la playa —que está entre el mar y la infraestructura urbana— sea
empujada por el oleaje y no pueda moverse tierra adentro a causa de las
construcciones. Este fenómeno no solo elimina a los ecosistemas costeros, sino
que aumenta el riesgo de inundaciones al que están expuestas las poblaciones
que viven en esas zonas.
Una
vez que se presenta la opresión costera es difícil resolver el problema, ya que
es prácticamente imposible trasladar tierra adentro todas las construcciones.
Ante esta situación lo que se puede hacer es evitar que la opresión costera sea
un fenómeno generalizado. Y es por ello que resulta “muy relevante elegir las
zonas que tienen que ser protegidas, determinar cuáles pueden destinarse para
desarrollos, por ejemplo, para el turismo, y cómo proceder”, dijo la doctora en
Ciencias.
La
especialista expuso que existen diversas opciones para desarrollar un complejo
turístico o urbanístico en las costas de manera equilibrada; es decir, que se
puedan tener ciudad y dunas, plantas, animales y playa. “En las playas de otros
países las construcciones están a una determinada distancia de la línea de
costa y los turistas caminan hacia la playa a través de puentes y así no pisan
ni dañan nada”.
Para
que una estrategia de esta naturaleza pueda implementarse en nuestro país, se
requiere generar la idea de la conservación a todos los niveles, no solo por
una cuestión de principios, sino por el bienestar de las personas, de la
población. Por tanto, se necesita incidir en la legislación para garantizar la
protección de las dunas y de las playas en las que se encuentran, así como
conocerlas para conservarlas, y para esto la participación ciudadana es
esencial en cualquier proyecto de conservación y protección al ambiente, señaló
María Luisa Martínez Vázquez. (Academia Mexicana de Ciencias).
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