viernes, 6 de julio de 2018


Caissa Janix, seleccionada para publicar
en una antología literaria del sureste

CANCÚN.— Como “una caricia y un consuelo” recibe la escritora cancunense Caissa Janix la noticia de haber sido seleccionada, como única representante del estado de Quintana Roo, para ser incluida en la antología “Sureñas. Narradoras y poetas jóvenes de la Zona Sur”, un proyecto auspiciado por el Fondo Regional para la Cultura y las Artes de la Zona Sur, junto con tres autoras de Chiapas, tres de Yucatán, tres de Tabasco y seis de Veracruz.
El jurado que eligió los textos de estas autoras estuvo integrado por Gustavo Ruiz Pascasio, Miguel Ángel Ruiz Magdonel, Argentina Casanova y Javier España, quintanarroense este último como Caissa, quien nació en Cancún en 1987 y es autora de los poemarios “Poesía maldita”, “Para mi sangre” y “Edén de Lilith”. Textos suyos también aparecen en las antologías “Los caminos de la lluvia” y “De Cancún a Ayotzinapa, vivos los leeremos”.

“Comencé a escribir desde temprana edad, porque en ese entonces, en los años noventa, estaba de moda tener tu diario personal y mis intenciones eran que mi madre no entendiera lo que escribía en mi diario. Sin saberlo, empecé a escribir metáforas. Ahora hago lo contrario, hoy en día mi preferencia es escribir de una forma que cualquier individuo sin importar su edad (sólo que con que sepa leer) pueda sentirlo y entenderlo”, afirma Caissa.
Según la autora: “Con el paso del tiempo he descubierto temas distintos, pero mi preferencia siempre se inclina hacia la conciencia social. Tal cual mi apodo: ‘La poeta maldita’, sé que es muy distintivo el estilo del romanticismo del siglo XIX como antesala del romanticismo alemán de Goethe, los paisajes parisienses de Charles Bauldelaire hasta la rebeldía y la juventud eterna de Rimbaud; me gustan también el Conde de Lautremont y Lord Byron.”
Caissa, cuyas obras aparecen igualmente en las selecciones antológicas “Mujeres por la paz” y “Tiempo escarlata”, comenta que tiene “un estilo peculiar que me ha enamorado, pues en la mayoría de mis poemas se pueden sentir la noche y su aire místico, entre el bien y el mal. Es una carcajada sarcástica contra la moral y las etiquetas impuestas por la sociedad, y al mismo tiempo una eterna búsqueda de fraternidad con todos los seres de la Tierra.”
“Mi deseo profundo es el mismo que el de los poetas malditos: poetizar al mundo y con ello demostrar que la poesía es universal, que con ella puedes hablar de todos los temas diversos e incluso usarla como un instrumento de aprendizaje, tengo la pequeña obsesión de que en ella hay ciencia y no todo en ella es mercancía de mercadotecnia y consumismo del amor romántico, que sólo trae violencia y enajenación”, dice en medio de su alegría.
Finalmente, opina que Cancún: “es una ciudad joven, a la que le falta mucha cultura, pero aquí es donde uno debe tomar el valor y seguir a eso que nos está obligando a movernos y crear espacios para todos los estilos y disciplinas artísticas. Yo aprendí mucho gracias a un taller de poesía que cursé con el profesor Ramón Iván Suárez en 2007, en la Casa Internacional del Escritor de Bacalar, pues me dio muchas herramientas para expresarme”.

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