Populismo:
la singularidad
institucional de América Latina
CIUDAD
DE MÉXICO.— Con un llamado a resignificar el concepto de populismo terminó el
pasado martes 11 de septiembre el seminario “Populismo y republicanismo:
perspectivas teóricas, análisis históricos y coyunturales”, organizado por el
programa Sociología de la Frontera de la sede mexicana de la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales.
"Esta
discusión es pertinente porque hoy parece que el populismo llamado de derechas
está situado en las sociedades noratlánticas (Estados Unidos y Europa), pero en
nuestra tradición, al sur del Río Bravo, el populismo está articulado con
políticas progresistas, de transformación y de cambio", afirmó Santiago
Carassale, investigador de la Flacso México.
Participaron
en la discusión Luciana Cadahia, de la Universidad Javeriana de Bogotá, Soledad
Stoessel, de la Flacso Ecuador y Javier Contreras, de El Colegio de San Luis,
quienes hicieron un recuento de los orígenes del populismo y ampliaron la
discusión sobre las significancias e ideologías que lo han acompañado tanto en
Europa como en América Latina.
“El
populismo es un nombre de larga data que ha sido parte de diversas tradiciones
políticas”, explicó Santiago Carassale. “Lenin y la revolución bolchevique son
herederas del populismo ruso”. La investigación del sociólogo muestra lazos en
el origen del populismo con el romanticismo como una tradición de resistencia,
de ruptura y de valorización de lo humano.
Para
Luciana Cadahia existe un puente entre el romanticismo y el populismo en la
medida en que la primera corriente comenzó a pensar en la necesidad de
articular lo popular, de reconectar lo popular con el pensamiento a través de
mitologías creadas por el pueblo y los filósofos en una articulación política.
Al
hablar de la tradición populista rusa y cómo migró a América Latina, Cadahia
explicó que el término populismo en esta región se ha utilizado en un sentido
“condenatorio” que despliega al neoliberalismo como la única posibilidad viable
para resguardar las instituciones.
La
investigadora de la Flacso Ecuador cuestionó ¿qué hay en la matriz de
inteligibilidad populista que se ha convertido en un término para explicar
nuestro presente? Así como el comunismo se convirtió, dijo, en un término para
explicar lo que no pertenece al conservadurismo, ahora “todo aquello que no
responde a la democracia de mercado neoliberal es tildado de populismo. Desde
la academia hay entender el porqué de esta identificación”, afirmó.
En
este sentido la politóloga Soledad Stoessel destacó que el populismo hoy pone
en tensión a las instituciones, pues “el populismo acaba cuando en una
democracia empieza el proceso de construcción institucional”.
Al
igual que Cadahia, la investigadora de la Flacso Ecuador coincide en que en
América Latina ha sido muy fuerte el “dominio mediático del populismo como lo
peor a través de definiciones que lo denigran y que parten de la tesis de que
ser populista es tóxico para las instituciones. Para ella el reto estará en
mediar entre “el carácter anti-institucional del populismo y el carácter
anti-populista de las instituciones”.
Durante
su exposición, Javier Contreras partió del cuestionamiento de si la democracia
es ese ideal o es un mecanismo que se da la sociedad para resolver las
problemáticas sociales, políticas o económicas. Su crítica se centró en que en
realidad ni las democracias consolidadas están tan consolidadas.
Por
tanto, dijo, la lógica populista no se construye sobre un nuevo horizonte
social, sino que está anclada en un horizonte social del pasado pero que sigue
vigente. Para él, la clave en términos políticos está más bien en “recuperar el
control sobre el gobierno y deslindarlo de los mercados”.
El debate desde lo
académico
Para
Cadahia, la revisión académica del populismo da señales de que “estamos
produciendo conocimiento desde América Latina, estamos produciendo teoría,
modos de pensar desde este continente para discutir con la tradición liberal,
republicana, social democrática para entender cómo se configuran las lógicas de
lo político”.
Mientras
que para Stoessel “la centralidad del populismo en la agenda académica es sobre
los periodos de transición”. Ella asegura que el populismo trae innovaciones
teóricas y políticas y que es necesario posicionar una teoría política del
populismo como lo hicieran Laclau y O´Donnel: “recuperar al populismo como una
brújula estratégica que hace contrapeso”.
Al
cerrar el seminario, el investigador Santiago Carassale habló sobre las deudas
de la democracia desde su experiencia en Uruguay: “A mí me tocó vivir y crecer
en un régimen militar y me tocó pelear por la transición democrática. En ese
sentido la democracia desde esa experiencia es mucho más vivible y preferible,
pero eso no significa que no sea precaria”.
Quizá
una de sus deudas más grandes, señaló, es la desigualdad, la exclusión y el
menosprecio sistemático y continuo. “No se vive en dos planetas. Se vive en un
país donde una buena parte vive en condiciones mínimas, y otros viven en otro
universo con privilegios exorbitantes, y realmente el universo está acá con los
que viven pensando cuánto cuesta el kilo de tortilla o de frijoles”. (Flacso
México).
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