Mayas
yucatecos y su
identidad en el siglo XXI
CIUDAD
DE MÉXICO.— Se estima que hay más de 539 mil hablantes del maya y variantes de
este idioma en Yucatán, donde algunos rasgos identitarios de estas comunidades,
además del idioma, son la vestimenta tradicional, el uso de huipiles bordados,
rebozos y andar con pies descalzos en el caso de las mujeres, y en de los
hombres, manta blanca y huaraches.
Otras
características comunes de estas poblaciones son las prácticas religiosas y el
culto a seres sobrenaturales asociados a los ciclos agrícolas, la milpa, en
especial; la realización de rituales vinculados a las distintas etapas de la
vida: matrimonio, padrinazgo, culto a los muertos, etcétera. Aún se observan en
algunas comunidades formas de organización que datan del siglo XIX como las
comisarías y toma de decisiones a través de asambleas.
En
la entidad del sureste mexicano hay procesos de aculturación en los mayas
asociados a la modificación de los sistemas de organización del trabajo, de las
condiciones de acceso a la tierra, la expansión de la red de caminos, la alfabetización
y castellanización, presentes desde la Guerra de Castas en 1901; y otros
característicos del siglo XXI tales como el turismo, establecimiento de plantas
maquiladoras y desplazamientos poblacionales a Mérida, Quintana Roo y Estados
Unidos.
Luis
Alfonso Ramírez Carrillo ha estudiado el desarrollo de la región, los procesos
de modernización y los nuevos sujetos sociales presentes. “Los innegables
cambios en la población maya yucateca se deben a que históricamente ha existido
un sojuzgamiento cultural y empobrecimiento progresivo en donde la desigualdad
social, el escamoteo histórico de oportunidades de desarrollo social y étnico
explican con mayor claridad la situación contemporánea”, indicó.
La
ancestral práctica de la agricultura se ha ido abandonando aunque la milpa se
considera el soporte fundamental de la cultura maya. El doctor en sociología
dijo que las prácticas alrededor de esta actividad orillan a mantener una
organización familiar definiendo papeles productivos y rituales de hombres y
mujeres, ancianos, jóvenes y niños.
“Si
el maíz, el frijol y la calabaza de la milpa mantienen vivos a los mayas, los
rituales asociados a cada una de las etapas de limpieza del monte, siembra,
cultivo y cosecha, mantienen vivos a los dioses y a los personajes menores de
la religión maya que aún sobreviven”, señaló.
Yucatán
es la segunda entidad, la primera es Oaxaca, con la mayor cantidad de indígenas
respecto a la totalidad de pobladores. El desequilibrio de la milpa es un
indicador directo del desequilibrio de la comunidad y la cultura en torno a
este sistema productivo, estimó el académico adscrito al Centro de
Investigaciones Regionales Dr. Hideyo Noguchi de la Universidad Autónoma de
Yucatán.
La
apertura comercial de México a partir de la década de 1980, los procesos de
globalización económica y mundialización de la cultura son innegables en estas
transformaciones.
Ramírez
Carrillo precisó que distinguía a la globalización en dos aspectos: económico y
cultural. El primero se refiere a movimiento de empresas y capitales de los
sectores del comercio, industria y servicios de las naciones ricas y más
industrializadas a las más pobres y menos industrializadas; el segundo alude a
la penetración de mensajes ideológicos y culturales de los medios masivos de
comunicación y la transformación de los hábitos y productos de consumo.
Turismo, maquila y
migración
La
entidad se ha ido reconfigurando en torno a estos tres fenómenos sociales. El
turismo ha trastocado el orden económico, las jerarquías tradicionales y la
organización familiar; ha modificado valores mayas tradicionales respecto a las
expectativas de vida, ideales de consumo, prácticas sexuales, atuendo, espacios
domésticos y tipos de vivienda ideales.
El
desarrollo de Cancún, ciudad que creció de unos pocos miles a 400 mil
habitantes en 30 años (1970 a 2000), aunado al crecimiento aledaño de Tulum,
Playa del Carmen y Cozumel provocó la migración de una gran cantidad de mayas
yucatecos de manera temporal.
“Se
estima que 400 pueblos milperos y ganaderos del oriente, sur y noreste de
Yucatán, incluso de Valladolid y Chemax, han aportado varias generaciones de
personas que se han incorporado a la albañilería, hotelería y servicios en la Riviera
Maya. Entre 150 mil y 300 mil mayas se han involucrado a las actividades
turísticas de Quintana Roo”, dijo Luis Alfonso Ramírez Carrillo, integrante de
la Academia Mexicana de Ciencias.
La
instalación de plantas maquiladoras a partir de 1984, unas 145 en total, ha sido otra de las actividades que han
tenido mayor impacto en mujeres pobres, urbanas, de origen maya y de colonias
periféricas a la ciudad. Su participación ha modificado los roles de género con
familias extensas, pero en descomposición, aunque esta labor crea obreras
retiene a la población y en ese sentido fortalece a la comunidad.
Las
plantas maquiladoras tuvieron presencia principalmente en Yucatán, generaba
unos 38 mil empleos en sus mejores tiempos, pero se vio mermada a partir de la
recesión económica de 2008 y la entrada de China al mercado de capitales. No
obstante, la ciudad de Mérida continúa concentrando el 72% del empleo e
inversión.
Ramírez
Carrillo explicó que en las ciudades estadounidenses de Chicago y Los Ángeles
hay presencia importante de mayas yucatecos del sur de la entidad, la
emigración se intensificó a partir de 1990, su estancia era temporal y a
últimas fechas permanente, mientras que la migración a Mérida y sus cinco
municipios conurbados, así como la migración hacia el estado vecino de Quintana
Roo, específicamente a Cancún, Playa del Carmen, Tulum y Cozumel se ha
caracterizado por ser estacional. (Academia Mexicana de Ciencias).
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