martes, 23 de octubre de 2018


Medios de comunicación:
¿información o desinformación?


Konaté Hernández

Amplios sectores de la población, por su vulnerabilidad, son discriminados y en el peor de los casos son objeto de manipulación por parte de grupos políticos, culturales y religiosos a través de sus órganos informativos internos.
Medios de comunicación social tradicionales como radio, televisión, prensa escrita y digital son utilizados principalmente por la clase política, congregaciones religiosas y culturales para manipular a amplios sectores vulnerables de la sociedad, en lo cual las redes sociales han participado de forma relevante en los últimos años como difusores de mensajes con este fin.

Este fenómeno es el reflejo de la sordera, ceguera e insensibilidad de políticos, pastores y medios masivos de comunicación que han tergiversado su oficio y objetivos profesionales, que por compromisos más allá del bien común no palpan las carencias y necesidades del pueblo.
Muchos medios intentan ejercer prácticas de manipulación, lo cual llevan a cabo de forma proporcional a las prerrogativas o convenios que obtienen y que condicionan la veracidad, objetividad e imparcialidad con que deberían conducirse, afectando con ello la libertad de expresión.
Por otro lado las redes sociales no garantizan el profesionalismo en el ejercicio periodístico, precisamente por su carácter social, lo que le quita objetividad y quizá cierta veracidad, no así la imparcialidad, pues hoy en día todos o casi todos los sectores de la sociedad, desde los arrabales hasta los sectores de altísimo poder adquisitivo, manifiestan sus emociones, sentimientos o comunican, pero sin verificar las fuentes, y menos sin indagar la veracidad de la noticia.
En medios religiosos se ve el mismo fenómeno de información sesgada, al comunicar solo de manera parcial y desde el punto de vista religioso. Quien pierde con todo esto es la sociedad, que en la mayoría de los casos no alcanza a discernir la veracidad u objetividad de la información que transmite la clase política, cultural y religiosa, a través de sus respectivos órganos internos de comunicación, medios de difusión masiva y redes sociales.

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