Día
de Muertos: sincretismo cultural religioso
Día de Muertos en Mixquic. |
Konaté
Hernández
Si
bien en México se celebra a la muerte como una herencia llena de riquezas
culturales de los diferentes pueblos prehispánicos, hay que saber también que
no es alguien a quien se le deba de personificar, pues la muerte no es una
persona sino un estado de la persona, y forma parte del sincretismo de
creencias prehispánicas y las traídas por los conquistadores españoles y los
primeros misioneros que llegaron a lo que hoy en día es América.
Si
en el pasado los países intercambiaban sus mercancías y sus creencias
religiosas, políticas y culturales, en la actualidad sería complicado separar
ya que están bien arraigadas a las diferentes creencias e idiosincrasia de los
pueblos, y que no es diferente de los tiempos actuales en que todo se ha
globalizado, al fusionarse las creencias religiosas como el Día de Muertos en
México, los Fieles Difuntos y Todos los Santos que celebra la Iglesia Católica,
hoy en día forma parte la creencia de los pueblos celtas conocida como Samhuinn
o Halloween, contracción del inglés All Hallows' Eve, que en español significa “Víspera
de Todos los Santos”, que ha degenerado en lo que se conoce como Noche de
Brujas, Noche de Muertos o Noche de Víspera de Difuntos. Hay en sí una gran
diversidad cultural en torno a los festejos del Día de Muertos en el país, como
el tradicional de San Andrés Mixquic, en Tláhuac, Ciudad de México; las fiestas
de Oaxaca, o las de Janitzio en la Isla de Pátzcuaro, Michoacán, por citar
algunas.
Celebración Samhuinn en Escocia. |
Los
estados que conforman la Península de Yucatán no se quedan atrás con la
tradicional celebración conocida como Hanal Pixán, cuyo significado en maya es “comida
de las ánimas”, hermosa tradición de las comunidades que se hace para recordar
a las personas que se nos adelantaron en el umbral eterno, acontecimiento en
que según las leyendas, usos y costumbres los días 31 de octubre, 1 y 2 de
noviembre las almas tienen permiso para visitar a sus familiares.
El
Hanal Pixán tiene sus orígenes en costumbres extendidas por los primeros
misioneros católicos, que a su vez es derivada de las celebraciones célticas
así como de sus tradiciones teológicas con rasgos prehispánicos, mismas que se
adecuaron con las creencias católicas, motivo por el cual las raíces se
remontan al año 835, cuando la Iglesia designa el 1 de noviembre como el Día de
los Fieles Difuntos, aunque en algunas poblaciones mayas se realizan ocho días
después de las fechas oficiales, incluso al finalizar el mes de noviembre.
En
torno a la comida hay una gran variedad dedicada especialmente para degustar
durante la celebración del Hanal Pixán, como el mukbil pollo, que en maya
significa Muk: enterrar o sepultar; Bil: torcer o revolver, y ambas significan
literalmente que ha sido o que debe ser enterrado, por lo que Mukbil-pollo sería:
Pollo que ha sido enterrado; mientras que pib es el nombre en maya de un guiso
preparado a partir de masa de maíz, grasa (manteca) de cerdo, pollo y diversos
condimentos, formando una especie de tamal grande, envuelto en hojas de plátano
y cocido lentamente bajo la tierra, según los usos y costumbres. Se cocina en
ocasión del Día de Muertos, el 2 de noviembre constituye toda una tradición
culinaria en la península y muy particularmente en los estados de Campeche y
Yucatán. En Campeche se lo conoce como pibipollo.
El Hanal Pixan en la Península de Yucatán. |
Sin
que desde luego falte la tradicional flor de muerto cempaxóchitl o cempasúchil,
que en náhuatl significa “veinte flor” o “flor de veinte pétalos”. La flor de
cempasúchil tiene un gran valor simbólico en México, sobre todo para la
celebración del Día de Muertos, pero también es utilizada en la jardinería por
sus virtudes ornamentales. En tanto que la Iglesia Católica recuerda estos días,
1 y 2 de noviembre, a los Fieles Difuntos y Todos los Santos, esto de acuerdo a
las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo, en el Evangelio según San Juan,
capitulo 11, versículos 25 al 26, donde dice “Yo Soy la resurrección. El que
cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá
jamás”.
Y
finalmente el libro del Antiguo Testamento Eclesiástico en su capítulo 41,
versículos 1 al 4, dice sobre la muerte lo siguiente: “¡Muerte, qué amargo tu
recuerdo para el que vive tranquilo en su casa, para el que está sin problemas,
y le va bien en todo, y aún tiene fuerzas para gozar de la vida! ¡Muerte, qué
buena sentencia eres para el que sufre ya sin fuerzas, para el que tropieza y
cae a cada paso, y está triste y ha perdido la esperanza! No temas a la muerte,
que es tu sentencia; recuerda que lo mismo fue antes y será después. Este es el
destino que Dios señala a todos los vivientes; ¿para qué resistir a una ley del
Altísimo? No tiene caso discutir en la tumba por qué unos viven diez años, y
otros cien, y otros mil.
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