lunes, 28 de marzo de 2016

El Rock llegó a Cuba 50 años después

Luis E. Castillo Rebollo 

LA HABANA.— A las 8:30 de la noche del pasado viernes, con puntualidad británica, Mick Jagger, el vocalista de los Rolling Stones abrió en la ciudad deportiva habanera  el concierto más esperado de ese grupo musical, tras más de 50 años en que el rock en inglés estuvo casi vetado en la isla de Cuba.
Cerca de medio millón de espectadores, más del 30 % de ellos extranjeros, se unieron a los cubanos de todas las edades, de todas las clases sociales y raciales, en un espectáculo que representa mucho más que un concierto de rock del último de los grandes grupos de la época dorada del género, ya que en la isla es un símbolo de apertura y como afirmó en español el propio vocalista inglés “demuestra que los tiempos están cambiando”.

Desde 1963 hasta muy entrada la década de los setentas, el gobierno cubano emprendió una campaña con todos los medios a su alcance para evitar que la música en inglés se oyera en la isla. Las emisoras de radio solo emitían temas en castellano o como mucho en italiano o portugués,  mientras los grupos anglosajones fueron calificados como “peluditos en contra de la cultura cubana”.
La apertura cultural contra la música en inglés llegó muchos años más tarde, en la década de los 90, cuando a John Lennon se le recordó con una estatua en una parte del Vedado y un club estatal fue dedicado a la música del grupo británico con el nombre del “Submarino Amarillo”.
Para miles de septuagenarios el concierto de los Rolling Stones ha sido el acontecimiento musical más esperado de su vida. Atrás quedaron los tiempos en que para poder escuchar rock tenían que subirse a las terrazas de los edificios por las noches y sintonizar con pequeños transistores, curiosamente de origen ruso, en plena clandestinidad las emisoras que desde el sur de la Florida transmitían los éxitos de aquella época.
Un evento para todos los cubanos
Desde varias horas antes del concierto fueron cerradas al tráfico las principales avenidas que conducían a la Ciudad Deportiva, único espacio con capacidad para albergar el mayor concierto de la historia de Cuba, Como si fuera una peregrinación se pudieron ver a miles de personas de todas las edades y con ropa cómoda recorrer kilómetros. La cantidad de extranjeros que acudieron al concierto, muchos de los cuales permanecen días después en la isla, batió todos los récords. Incluso, ante la falta de hospedaje se están pagando 100 dólares la noche por pernoctar en casas particulares.
Los que más bailaron, más disfrutaron y se saludaban con entusiasmo fueron los septuagenarios. Un grupo de ellos, formado por dos mujeres y tres hombres, que llegaron al recinto con dificultades para desplazarse y llevando con ellos hasta sillas plegables, se olvidaron de sus asientos y por más de dos horas no dejaron de mover brazos y piernas, aunque con seguridad ese esfuerzo físico les debe haber postrado en cama por varios días.
Los jóvenes cubanos estaban presentes “porque no se pierden una”, pero en realidad la mayor parte de ellos poco entendían de una música ajena en buena parte a su época y a su cultura,  mientras que negros y mulatos no dejaron de moverse, pero sus pasos no se avenían precisamente con la música del escenario.
La organización estuvo perfecta,  ningún tumulto. Los policías ayudando a las personas de edad a traspasar las bardas, cosa inusual en otras latitudes. El audio espectacular, ya que a varios kilómetros del evento su escuchaba con excelente calidad el concierto. Los equipos que trajeron con ellos los Rolling Stones en más de 60 contenedores, las pantallas gigantes, la iluminación y la escenografía pueden calificarse de espectaculares. Nunca en Cuba se contó con tanta tecnología para un evento musical.
Los Rolling Stone terminaron en La Habana su gira por Latinoamérica. Este grupo inglés abre la llave para la próxima llegada de otros artistas importantes a la isla. La política de enfrentamiento queda atrás y Mick Jagger y sus compañeros vinieron a ratificarlo.

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