El
Rock llegó a Cuba 50 años después
Luis E. Castillo Rebollo
LA
HABANA.— A las 8:30 de la noche del pasado viernes, con puntualidad británica, Mick
Jagger, el vocalista de los Rolling Stones abrió en la ciudad deportiva
habanera el concierto más esperado de
ese grupo musical, tras más de 50 años en que el rock en inglés estuvo casi
vetado en la isla de Cuba.
Cerca
de medio millón de espectadores, más del 30 % de ellos extranjeros, se unieron
a los cubanos de todas las edades, de todas las clases sociales y raciales, en
un espectáculo que representa mucho más que un concierto de rock del último de
los grandes grupos de la época dorada del género, ya que en la isla es un
símbolo de apertura y como afirmó en español el propio vocalista inglés
“demuestra que los tiempos están cambiando”.
Desde
1963 hasta muy entrada la década de los setentas, el gobierno cubano emprendió
una campaña con todos los medios a su alcance para evitar que la música en inglés
se oyera en la isla. Las emisoras de radio solo emitían temas en castellano o
como mucho en italiano o portugués,
mientras los grupos anglosajones fueron calificados como “peluditos en
contra de la cultura cubana”.
La
apertura cultural contra la música en inglés llegó muchos años más tarde, en la
década de los 90, cuando a John Lennon se le recordó con una estatua en una
parte del Vedado y un club estatal fue dedicado a la música del grupo británico
con el nombre del “Submarino Amarillo”.
Para
miles de septuagenarios el concierto de los Rolling Stones ha sido el
acontecimiento musical más esperado de su vida. Atrás quedaron los tiempos en
que para poder escuchar rock tenían que subirse a las terrazas de los edificios
por las noches y sintonizar con pequeños transistores, curiosamente de origen
ruso, en plena clandestinidad las emisoras que desde el sur de la Florida
transmitían los éxitos de aquella época.
Un evento para
todos los cubanos
Desde
varias horas antes del concierto fueron cerradas al tráfico las principales
avenidas que conducían a la Ciudad Deportiva, único espacio con capacidad para
albergar el mayor concierto de la historia de Cuba, Como si fuera una
peregrinación se pudieron ver a miles de personas de todas las edades y con
ropa cómoda recorrer kilómetros. La cantidad de extranjeros que acudieron al
concierto, muchos de los cuales permanecen días después en la isla, batió todos
los récords. Incluso, ante la falta de hospedaje se están pagando 100 dólares
la noche por pernoctar en casas particulares.
Los
que más bailaron, más disfrutaron y se saludaban con entusiasmo fueron los
septuagenarios. Un grupo de ellos, formado por dos mujeres y tres hombres, que
llegaron al recinto con dificultades para desplazarse y llevando con ellos
hasta sillas plegables, se olvidaron de sus asientos y por más de dos horas no
dejaron de mover brazos y piernas, aunque con seguridad ese esfuerzo físico les
debe haber postrado en cama por varios días.
Los
jóvenes cubanos estaban presentes “porque no se pierden una”, pero en realidad
la mayor parte de ellos poco entendían de una música ajena en buena parte a su
época y a su cultura, mientras que
negros y mulatos no dejaron de moverse, pero sus pasos no se avenían
precisamente con la música del escenario.
La
organización estuvo perfecta, ningún
tumulto. Los policías ayudando a las personas de edad a traspasar las bardas,
cosa inusual en otras latitudes. El audio espectacular, ya que a varios
kilómetros del evento su escuchaba con excelente calidad el concierto. Los
equipos que trajeron con ellos los Rolling Stones en más de 60 contenedores,
las pantallas gigantes, la iluminación y la escenografía pueden calificarse de
espectaculares. Nunca en Cuba se contó con tanta tecnología para un evento
musical.
Los
Rolling Stone terminaron en La Habana su gira por Latinoamérica. Este grupo
inglés abre la llave para la próxima llegada de otros artistas importantes a la
isla. La política de enfrentamiento queda atrás y Mick Jagger y sus compañeros
vinieron a ratificarlo.
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