Emigrar
¿derecho humano?
Tan
antigua como el hombre, y más aún desde el origen de cualquier ser vivo, es la
historia de la emigración. Sin embargo no fue hasta el 10 de diciembre de 1948
que la Asamblea General de las Naciones Unidas en su Declaración sobre los
Derechos Humanos expresó: Toda persona tiene derecho a circular libremente y a
elegir su residencia en el territorio de un Estado.
Si
retrocedemos en el tiempo podremos confirmar como muy variadas las causas que
puedan haber motivado los muchos éxodos registrados o no, modernamente se
reconocen como principales las siguientes: Religiosas o étnicas. Bélicas.
Conquista o invasiones. Descubrimientos geográficos y colonización. Por
catástrofes o modificación del medio ambiente. Razones políticas. El éxodo
rural. La búsqueda de mejores condiciones de vida.
Se
reconoce que las migraciones pueden ser internas o externas (emigración) y
también temporales o permanentes, y pueden considerarse como consecuencias
positivas las siguientes:
El
alivio de algunos problemas de sobrepoblación
El
logro de una mayor homogeneidad cultural o política (los más descontentos son
los que primero emigran, quedando sólo los conformistas, los que suelen estar
de acuerdo con su situación socioeconómica o política)
La
disminución de la presión demográfica sobre los recursos
La
inversión de las remesas de dinero que envían los emigrantes
La
disminución del desempleo
El
aumento de la productividad al disminuir la población activa en el país de
emigración
El
aumento de la venta de productos en otros países, en especial, de los países
receptores de los emigrantes.
Para
los países receptores suele señalarse como principales consecuencias positivas: el rejuvenecimiento de la
población (la población se hace más dispuesta a los cambios); aportes de
capital y de mano de obra; aportes de nuevas técnicas (innovación tecnológica):
llegan personas ya preparadas sin que haya tenido que invertirse en su
preparación; aumenta la diversidad cultural, por lo que el país comienza a
tener acceso a manifestaciones culturales nuevas; aumento del consumo interno.
Al
mismo tiempo se ponen de manifiesto posibles consecuencias negativas: pueden
aparecer desequilibrios en cuanto a la estructura por edad y sexo; introducen
una mayor diversidad política, lingüística, religiosa, llegando a formarse
grupos completamente segregados y marginales; perjudica a la conciencia gremial
de la clase trabajadora, ya que los inmigrantes suelen aceptar salarios
inferiores a los de la población local; aumentan las necesidades de servicios,
sobre todo, asistenciales y educativos; aumentan las importaciones de productos
de los lugares de procedencia de los inmigrantes; remesas de dinero hacia los
lugares de procedencia de los inmigrantes; disminución de los salarios en algunas
ramas o sectores por la explotación laboral de los inmigrantes, al no llevar
documentos de autorización de tal migración, etc.
Hoy
en día casi todas las posibles causas de la migración interior o la emigración
están vigentes, pero en particular las de origen económico tienen gran peso. El
actual mapa demográfico es tan variopinto que provoca reacciones diversas.
El
Informe Migraciones en el Mundo de la Organización Internacional que se ocupa
de estos asuntos, en su reporte de 2012 señala:
El
número total de migrantes en todo el mundo no ha disminuido en los últimos
años. Hubo cierta reducción de las corrientes migratorias hacia los países
desarrollados durante la crisis e inmediatamente después —por ejemplo, en los
Estados Unidos de América el número de extranjeros que ingresó en el país bajó
de 1.130.818 en 2009, a 1.042.625 en 2010; en el Reino Unido la cifra descendió
de 505.000 en 2008 a 470.000 en 2009; en España bajó de 692.228 en 2008, a
469.342 en 2009; en Suecia disminuyó de 83.763 en 2009, a 79.036 en 2010; y en
Nueva Zelandia de 63.910 en 2008, a 57.618 en 2010 (DAES, de próxima
publicación). Sin embargo, al no registrarse cambios trascendentales en los
modelos de movimiento de personas, el contingente mundial de migrantes que se
había constituido en el transcurso de varios decenios fue escasamente afectado:
en 2010, se estimaba que el número total de migrantes internacionales en el
mundo era de 214 millones de personas —es decir, un aumento con respecto a los
191 millones de 2005 (DAES, 2009). Puesto que el número estimado de migrantes
internos es de 740 millones (PNUD, 2009), eso significa que alrededor de mil
millones de personas son migrantes (aproximadamente uno de cada siete
habitantes de la población mundial). Ello no obstante, subyacente a este
panorama de estabilidad general hay una serie de acontecimientos concretos que
se manifestaron claramente en el periodo 2010-2011.
Alemania
tiene 82 millones de habitantes pero su situación en cuanto a la inmigración
refiere ser el principal destino en Europa para los migrantes. Actualmente
viven en Alemania más de 15 millones de personas con trasfondo migratorio,
grupo que, según la definición de la Oficina Federal de Estadística, incluye a
todos los inmigrantes y a los hijos nacidos en Alemania de padre o madre
inmigrados; siete millones de ellos son extranjeros y unos ocho millones poseen
la nacionalidad alemana, bien por naturalización bien por pertenecer a los
cuatro millones de oriundos retornados. Por detrás de estos últimos, el grupo
más numeroso es el de los inmigrantes turcos, con 2,5 millones de personas,
seguido de los ex yugoslavos (1,5 millones). El número de musulmanes se estima
en cuatro millones. Actualmente Alemania ofrece empleo a 200 000 profesionales
que reúnan determinados requisitos, entre otro hablar alemán.
Francia
es el segundo receptor de inmigrantes de la CE. Aproximadamente 5 millones de
inmigrantes viven en la Francia metropolitana, lo que supone un 8% de su
población. A pesar de que Francia ha sido, históricamente, una tierra de asilo
para los inmigrantes, a los que ha integrado poco a poco, en la actualidad
encuentra más dificultades en este campo. Estas dificultades obedecen a la
crisis del mercado laboral y a la concentración de los colectivos inmigrantes
en ciertas ciudades y barrios. Se deben asimismo al peso de la inmigración
irregular, difícil de estimar, que perjudica a la imagen de conjunto de la
inmigración. “Crisis del vínculo social», «crisis de la cohesión nacional», se
trata de una cuestión particularmente sensible -sobre todo desde los disturbios
que se produjeron en los suburbios en otoño de 2005- que suscita debates
apasionados.
El
caso del Reino Unido ha tomado nuevos giros luego de las recientes decisiones
de su primer ministro. Distinguiendo por sexo, el total de personas extranjeras
residiendo en el Reino Unido en el año 2000 era de 2.358.000, de las cuales
1.249.000 eran mujeres y 1.109.000 hombres. La proporción de mujeres en la
población extranjera no sólo ha sido superior a la de los hombres desde los
años ochenta sino que además ha ido en aumento hasta alcanzar una cierta
estabilidad alrededor del 53% del total. Por origen de la población extranjera
en ese mismo año, un 44,2% del total procedía de Europa, un 14,7% de África, un
11,8% del continente americano, un 24,1% de Asia (de las cuales un 14,7%
procedía del sub-continente Indio), un 4,5% de Oceanía y un 0,6% de otras
zonas.
De
acuerdo a este nuevo programa, a partir del próximo otoño (boreal) los
inmigrantes no comunitarios deberán obtener un número requerido de puntos para
ingresar a trabajar a Gran Bretaña.
Dichos
puntos serán dados por el gobierno británico de acuerdo a las calificaciones,
educación universitaria, idiomas y perspectivas de salario. Además, los
solicitantes deberán contar con una oferta de trabajo y un empleador reconocido
por las autoridades. Sólo personas calificadas.
Bajo
las nuevas medidas, los empleadores deberán demostrar ante el gobierno que no
pudieron contratar a trabajadores residentes o locales antes de pedir por la mano
de obra extranjera. Los ministros indicaron que las medidas reducirán en un 12
por ciento el número de trabajadores que provienen de fuera de la Unión Europea
(UE), de Noruega, Islandia y Liechtenstein. El Ministerio del Interior confirmó
este martes que el año pasado unos 65.000 inmigrantes no-comunitarios altamente
calificados recibieron permisos de trabajo, aunque con la nueva regulación ese
índice caería a unos 57.000.
Pero
sin dudas el caso más tratado en la prensa es el de los inmigrantes en EEUU.
La
inmigración ejerce un efecto importante en el tamaño, distribución y
composición de la población de los Estados Unidos. Tal como la fertilidad
decayó de un pico de 3,7 hijos por mujer a fines de los 50 a 2,0 actualmente,
la contribución de los inmigrantes en el crecimiento de la población
estadounidense se incrementó. Entre 1990 y 2010, la cantidad de residentes
estadounidenses de origen extranjero casi se duplicó de 20 a 40 millones,
mientras que la población estadounidense creció de 250 a 310 millones. Hasta
aquí, la inmigración contribuyó de manera directa a un tercio del crecimiento
de la población estadounidense y, con el nacimiento de hijos y nietos de origen
estadounidense, la inmigración aportó la mitad del crecimiento de la población
estadounidense.
Los
Estados Unidos tuvieron 39 millones de residentes extranjeros en 2009; 11
millones, casi un 30 por ciento, estaban indocumentados en dicho país. Los
Estados Unidos poseen la mayor cantidad de residentes de origen extranjero de
cualquier país, tres veces más que el segundo lugar, Rusia; y más residentes
indocumentados que cualquier país. Los Estados Unidos, con un 13 por ciento de
residentes de origen extranjero, tiene la porción más alta de inmigrantes entre
sus residentes que la mayoría de los países europeos, pero una porción menor a
la de Australia y Canadá.
En
las últimas décadas, los inmigrantes han sido mayormente asiáticos o hispanos,
cambiando así la composición de la población estadounidense (ver Figura 1). En
1970, alrededor del 83 por ciento de los 203 millones de residentes
estadounidenses eran blancos no hispanos y un 6 por ciento eran hispanos o
asiáticos. En 2010, los Estados Unidos poseen 310 millones de residentes; dos
tercios no son blancos hispanos y el 20 por ciento son hispanos o asiáticos. Si
las tendencias actuales continúan, para el 2050 la cantidad de residentes
estadounidenses blancos no hispanos disminuirá hasta aproximadamente un 50 por
ciento, mientras que la cantidad de hispanos y asiáticos en conjunto aumentará
a un tercio.
Dos
sucesos han reavivado el debate por la reforma de inmigración. La reciente
recesión, la peor desde la Gran Depresión, exacerbó el desempleo y redujo la
cantidad de extranjeros indocumentados que ingresan al país. No obstante, la
mayor parte de los extranjeros indocumentados no regresaron a su país aún si
habían perdido su empleo, dado que el trabajo también escaseaba en sus países.
La recesión dio como resultado una pérdida de 8 millones de puestos de trabajo;
el empleo normal disminuyó de 146 millones en 2007 a 138 millones para fines de
2009. Hubo además un aumento en la implementación de las leyes de inmigración,
especialmente después de que el Senado de los Estados Unidos se negara a
aprobar un proyecto de ley de reforma en 2007, que incluía la propuesta que
solicitaba a los empleadores que despidieran a aquellos empleados cuyos nombres
e información sobre el seguro social no coincidan. Los expertos concuerdan en
que la cantidad de extranjeros indocumentados disminuyó entre 2008 y 2009 por
primera vez en dos décadas, pero disienten sobre el motivo por el cuál decayó.
Algunos estudios hacen hincapié en la recesión, sugiriendo que la cantidad de
extranjeros indocumentados aumentará nuevamente con la recuperación económica y
el crecimiento de puestos laborales. Otros resaltan los efectos de los
esfuerzos de implementar las leyes estatales y federales para evitar dar empleo
a los trabajadores indocumentados en los Estados Unidos
La
propuesta de reforma de inmigración del Presidente Obama cuenta con cuatro
partes. Primero. Continuar con el fortalecimiento de nuestras fronteras.
Segundo.
Acabar con las empresas que contratan trabajadores indocumentados.
Tercero.
Hacer que los inmigrantes indocumentados se responsabilicen antes de que puedan
ganarse su ciudadanía; es decir, que sea un requisito que los trabajadores
indocumentados pague sus impuestos y una sanción, que se vayan al final de la
línea, que aprendan inglés y que pasen revisiones de antecedentes.
Cuarto.
Agilizar el sistema legal de inmigración para las familias, los trabajadores y
los empleadores.
Termina
diciendo” juntos podemos edificar un sistema de inmigración justo, eficaz y
sensato a la altura de nuestro patrimonio como una nación de leyes y una nación
de inmigrantes”.
Dicho
todo lo anterior le dejamos decidir si la migración es un derecho humano
respetado o no, y muy posiblemente su respuesta dependa de la cara de la moneda
a la que esté apostando.
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