Feria
del Tamal, una feria de sabores
Con
el fin de preservar y fomentar nuestras tradiciones, se llevó a cabo en Cancún
durante tres días la Feria del Tamal
en el Parque de Las Palapas, del 31
de enero al 2 de febrero, culminando precisamente en el Día de la Candelaria,
para que quienes se sacaron el muñequito en la rosca de reyes no
tuvieran pretexto para no comprar los tamales.
La
Feria del Tamal fue una deliciosa aventura gastronómica en la que se pudieron recorrer
todos los puntos de la geografía nacional, ya que se ofrecieron tamales desde regiones
tan distantes como Durango, Sonora, o los más conocidos como Veracruz, Oaxaca y
Yucatán.
De
Durango los asistentes pudieron degustar tamales de dulce, de fresa con pasas o
de piña, o salados de chicharrón; de Sonora había tamales salados preparados
con zanahoria, papa, cerdo, rajas de chile jalapeño y pasas que le daban el toque
dulce, en hojas de elote. Estudiantes de la carrera de gastronomía, de la Universidad Tecnológica de Cancún, ofrecían
deliciosos mucbipollos y tamales de chipilín,
que es una hierba de hojas delgadas, usadas como condimento sobre todo en la
gastronomía tabasqueña y con la que se elaboran también otros guisos.
De
Veracruz había tamales de hoja de plátano, de cerdo y de pollo, mientras que de
Oaxaca la variedad iba desde tamales de frijoles, en hoja de maíz, de mole
negro en hoja de plátano, de elote. No faltaron tampoco los conocidos como chanchamito,
tradicionales del sureste, como Tabasco, Campeche y Yucatán, elaborados con carne
de cerdo o pollo y condimentados con achiote, epazote y jitomate.
Para
los mexicanos degustar tamales es una herencia prehispánica que ha trascendido
el tiempo y que se ha enriquecido con el aporte procedente del Viejo
Continente, con ingredientes como la carne de pollo y de puerco, especias,
aceitunas y la manteca, esencial para obtener la consistencia suave, que no
tenían durante la época
prehispánica.
El
tamal era alimento de nobles y sacerdotes mayas y aztecas, además de que se
utilizaba en ofrendas y rituales religiosos en los que se ofrecía a los
participantes. La palabra tamal proviene del náhuatl tamalli, que significa envuelto, y aunque se elabora en distintos
países de Hispanoamérica, en hojas de maíz o de plátano, México es el país que
tiene la mayor variedad de este alimento, en variedades saladas y dulces. Hoy
en día es de consumo cotidiano y es tradicional ver a vendedores recorriendo
las calles en triciclos o a pie ofreciéndolos de casa en casa, o en las
esquinas de las colonias y barrios de las ciudades.
El
tamal se sigue utilizando en celebraciones importantes, especialmente
religiosas, donde es un complemento del sincretismo de nuestra cultura actual. Y
como tal lo encontramos como ofrenda en Día de Muertos, tal como lo hacían
nuestros antepasados prehispánicos, o como alimento en celebraciones de
bautizos y es toda una tradición en el Día
de la Candelaria, el 2 de febrero, en el que es el delicioso platillo que ofrecen
quienes se sacaron el “muñequito” en una rebanada de rosca en el Día
de Reyes, acompañado de un rico champurrado,
bebida en la que convergen lo prehispánico y lo europeo, ya que es un atole
elaborado con maíz y chocolate que se toma bien calientito, sobre todo en
épocas de frío.
La
Feria del Tamal tuvo mucho éxito, pues familias enteras se dieron cita en el
Parque de Las Palapas, aunque lamentablemente el espacio asignado para instalar
los puestos fue muy pequeño, aunado a que en la noche la iluminación fue muy
escasa, puntos que deberán atenderse para futuras ediciones si se quiere hacer
de este evento una tradición gastronómica en nuestra ciudad.
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