Origen
y significado de la palabra Biblia
Las
Sagradas Escrituras están conformadas en 73 libros, los cuales se dividen en
Antiguo Testamento con 46 libros entre los que se encuentran el Pentateuco, los
libros históricos, los poéticos y sapienciales y proféticos, y el Nuevo
Testamento que contiene 27 libros entre los que se encuentran los Evangelios,
Hechos de los Apóstoles las Cartas y el Apocalipsis.
Por
lo tanto la Biblia es la Palabra de Dios escrita, siendo el propio Dios a lo
largo de los siglos, que inspiró a diversas personas (respetando su capacidad,
inteligencia y cultura) a poner por escrito parte de lo que Él ya había
revelado y que ya se transmitía en la llamada Tradición oral.
La
palabra Biblia procede del griego y significa "los libros", de hecho,
"Biblos" fue el nombre que dieron los griegos a la ciudad fenicia de
Guebal (Ezequiel capítulo 27, versículo 9), situada 40 km al norte de Beirut,
en Líbano, que era el lugar más importante para el tráfico de papiro traído de
Egipto. Asimismo del griego pasó al latín y del latín a las lenguas
occidentales, como una palabra singular y femenina que designa la colección de
libros sagrados de los judíos y cristianos: la Biblia, el libro más leído y más
vendido de toda la historia.
La
Biblia contiene de manera escrita la historia de la salvación, es decir, el
camino de relación del hombre con Dios: lo que el Señor ha hecho y hace, su
plan para que el hombre alcance la vida verdadera y la respuesta que la
humanidad ha dado a esta intervención divina en los acontecimientos terrestres.
Finalmente
el oficio de interpretar correctamente la Palabra de Dios corresponde al
Magisterio de la Iglesia, pues la Biblia se dio por inspiración Divina a los
profetas, siendo la Iglesia católica la que determinó en Cartago, África, en el
año 397, entre varios escritos del Antiguo y del Nuevo Testamento cuales sí son
Palabra de Dios. Esto se puede corroborar en el Evangelio según San Mateo capítulo
22, versículo 29, donde Cristo dice “erráis ignorando las Escrituras”, de ahí
que son muchos los testimonios que demuestran el empeño que los Pontífices y de
los Purpurados por mandato del Señor han puesto para que la gente de todos los
países se posesionen de la Palabra Divina, con la enseñanza del Magisterio e
iluminados por el Espíritu Santo.
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