Disputa
por firmas desata
guerra sucia en el PAN
Konaté
Hernández
La
contienda interna por la dirigencia nacional del Partido Acción Nacional (PAN) inicia plagada de irregularidades,
desprestigios y guerra sucia.
Esta
situación ha llevado a los militantes del blanquiazul a darse con todo para
obtener el mayor número de firmas a favor de sus respectivos aspirantes a la
dirigencia nacional, en el afán de rescatar al partido del desprestigio en que
ha caído ante un electorado que ya no cree en las instituciones, mismas que han
perdido su esencia, tal como los principios doctrinarios, principios y valores
así como su historia, lo que les ha llevado a cometer errores garrafales al
elegir inadecuadamente a los aspirantes a algún cargo por elección popular, sea
la interna o la externa.
Sin
embargo al blanquiazul no lo va a rescatar ni Javier Corral ni Ricardo
Anaya, ni la militancia que se ha adueñado de la institución al creerse y
sentirse propietarios de la misma, con derechos más que con obligaciones al
pretender ocupar todos los cargos habidos y por haber, tanto al interior como
al exterior.
Es
menester recordar que quien podría rescatar al ya de por sí devaluado PAN es la
sociedad misma, tal como lo indicó el ideario del Manuel Gómez Morín
y cofundadores en aquella histórica carta
enviada a José Vasconcelos, que al país no lo salvaría un solo hombre que
asumiera el poder, sino la sociedad civil en general, situación que se torna
similar a la actualidad, debido a que al haber perdido su ideario doctrinal, su
historicidad el PAN ha perdido el rumbo, olvidándose para lo que fue fundado,
por lo que ni Corral ni Anaya ni la militancia que se siente propietaria
lograrán rescatar a la institución, pero tal parece que se han olvidado que el
PAN surgió de la sociedad, para la sociedad y pertenece a la misma.
En
las recientes elecciones intermedias el electorado, harto de la partidocracia,
tomó la determinación de elegir a los candidatos que consideró mejor, es decir
votaron por candidaturas independientes en algunas regiones del país, para que
estos asumieran el compromiso con la sociedad y no con los partidos políticos,
por lo que hoy en día la partidocracia ya no es la solución, pues los
dirigentes de los partidos políticos al elegir a sus candidatos escogen a los
peores hombres y mujeres, pues seleccionan candidatos ad hoc, quienes están destinados
a perder en una contienda a cambio de obtener cuantiosas ganancias económicas.
Por ello el blanquiazul ya no garantiza la alternancia ni un verdadero cambio
como lo veían los fundadores. En la actualidad el cambio real exigido por la
sociedad lo harán hombres y mujeres libres con candidaturas independientes,
como lo veían los fundadores; incluso si los dueños del partido no se ponen las
pilas el Movimiento
de Regeneración Nacional (Morena)
irá ganado terreno, como se vio en la pasada contienda.
En
cuanto a un verdadero y auténtico idealismo, es hablar de una convicción bien
formada en el ideario, la doctrina, la historicidad del PAN, y en la sociedad
civil hay personas bien formadas en principios y valores, convencidos de lo que
son y a lo que aspiran, hay hombres y mujeres conocedores de la historia de la
institución y del país, dedicados al análisis, personajes que no son parte de
una masa amorfa, incapaz de pensar, ya que eso no era lo que pretendían los
fundadores, quienes siempre hablaron de mover las almas.
Y
es que a veces el idealismo no se entiende y menos aún lo entienden personas no
formadas, mal formadas, deformadas y distorsionadas. Rescatar al blanquiazul no
es rescatarlo con uno u otro aspirante a la dirigencia nacional, llámese
Ricardo Anaya o Javier Corral, sino rescatarlo a su verdadero ideario,
principios doctrinales e historia, lo que haría de la institución cuna de
líderes e idealistas que tanta falta le hacen a la sociedad hoy en día, y no lo
que hacen en la actualidad con la mala operación política, al controlar al
mayor número de militantes, esto último no es el PAN.
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