lunes, 14 de septiembre de 2015

Lupita Novelo suspira por un “hueso”

Bárbara Barquet

A las puertas del proceso electoral local de 2016, en el que se renovarán las 10 presidencias municipales, 25 diputaciones locales y la gubernatura del estado, resurgen los “dinosaurios” de la política que arrastran una estela de fracaso y, por ende de falta de credibilidad, tal es el caso de Guadalupe Novelo Espadas, quien pese a perder estrepitosamente la elección en 2011, pretende ser de nuevo candidata a la presidencia municipal de Benito Juárez.
De esta forma la ex candidata a la alcaldía se suma a otros “suspirantes”, algunos “independientes”, que ambicionan gobernar el municipio que es motor económico del estado.

La ex regidora anticipó que, aunque no se descarta, seguirá trabajando por ahora en los comités internos para apoyar a su partido, pero de no ser tomada en cuenta para alguna candidatura apoyará a los postulantes para todos los cargos.
Novelo Espadas, tras varios años fuera de los reflectores políticos regresa a unos meses de la selección de candidatos a un puesto de elección popular, sin embargo olvida o quizá no quiere recordar que fue la protagonista del último gran fracaso del Partido Revolucionario Institucional en Benito Juárez, al haber perdido en 2011 la elección a la presidencia municipal ante Julián Ricalde Magaña, y aunque su “premio” de consolación fue una regiduría, en su partido los fracasados ya no son reciclables, después de la amarga experiencia vivida con Víctor Viveros Salazar, quien fracasó dos veces en su intento.
Víctor Viveros, dos veces perdedor como candidato
priista a la presidencia municipal de Benito Juárez.
Pero a la también ex diputada local no se le puede pasar la factura única de la derrota, pues en aquella elección fueron varios los factores y los personajes protagonistas, algunos de los cuales siguen vigentes.
El principal error aquella vez fue desdeñar y minimizar las posibilidades del rival, por lo cual la estrategia electoral derivó en fracaso.
En 2011 los “operadores locales”, eufóricos de triunfalismo, se llenaron de apatía, soberbia e indiferencia hacia la base priista. Así sucedió con Julio Durán Rueda, quien creyó que se ganaría por “default” y de quien se conoce tiene la costumbre de quedarse con recursos; Víctor Viveros Salazar desdeñó a la oposición; Raymundo King, encargado de las nóminas seccionales, negó recursos a los líderes seccionales y a coordinadores de área tanto del PRI como del Verde Ecologista; Susana Hurtado, actual diputada local, se “durmió en sus laureles” y aplicó la ley del “mínimo esfuerzo” en recursos y operatividad; Nicolás Castillo Cevallos, entonces líder taxista, creyó que la situación estaba controlada y afirmaba en el Sindicato de Taxistas que no había de qué “preocuparse”; mientras que Elizabeth López Melo fingía trabajar con líderes de colonias cuando en realidad velaba por sus intereses personales.
Por su parte Guadalupe Novelo cometió el error de no hacer su trabajo y creer que con el “efecto Roberto Borge” le bastaba para ganar la elección.

Estos fueron los principales operadores políticos del PRI en Cancún responsables de una derrota que el Revolucionario Institucional no desea repetir, por lo que los derrotados no tienen cabida ahora, a las puertas del proceso electoral de 2016.

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