Suaviza
el obispo castigo contra el
padre "rebelde” de Playa del Carmen
Padre Pablo Pérez Guajardo |
Obispo Pedro Pablo Elizondo |
Desde septiembre de 2012,
el obispo prohibió a Pérez Guajardo oficiar misas, luego de que solicitó
públicamente a la congregación que se deslindara de Marcial Maciel, fundador de la misma, y denunciar actos de
corrupción y componendas entre el entonces presidente municipal de Solidaridad
(Playa del Carmen), Filiberto
Martínez Méndez y curas pertenecientes a los Legionarios de Cristo.
El castigo aumentó en
septiembre de 2014, cuando Monseñor Elizondo Cárdenas ordenó a los curas de las
iglesias adscritas a su región no dar la comunión ni bautizar a los niños cuyos
padres y padrinos recibieron las pláticas pre-bautismales por parte de Pérez
Guajardo.
Según el cura castigado,
el “perdón” del obispo ocurrió el pasado 27 de diciembre, en el marco del 50
aniversario sacerdotal del párroco de la parroquia de Fátima, en la ciudad de Playa
del Carmen, Miguel Parra Merlos, fundador de la orden Misioneros de la Nueva
Evangelización y Misericordia.
“Cuando ya estaban a
punto de iniciar la celebración de la misa, me acerqué al obispo y le dije que
si yo podía acompañar al padre Miguel Parra en la misa de acción de gracias. El
obispo, rojo y tenso, respondió: Usted es sacerdote legionario, como ‘visitante’
siempre puede celebrar, pero yo no le doy permiso de administrar los
Sacramentos de Bautizo y Matrimonios”, señaló Pérez Guajardo.
Marcial Maciel |
Y aseguró que el
levantamiento parcial del veto “responde a peticiones y quejas de muchas
personas de Playa del Carmen, entre
ellas políticos del PRI y del PRD, así como otros sacerdotes, incluido el padre
Miguel Parra.
No obstante, advirtió que
no dejará de criticar los excesos de la Iglesia y la corrupción de los
políticos. “El Evangelio anuncia y denuncia. Sin denuncia, somos cómplices”,
subrayó.
En septiembre de 2010,
Pérez Guajardo envió una carta al entonces superior general de los Legionarios
de Cristo, Álvaro Corcuera, para
pedir que la congregación se deslindara del fundador de esa orden, Marcial Maciel,
acusado de pederastia y corrupción.
Recordó que las
dificultades empezaron cuando envió la carta a Álvaro Corcuera, que en ese momento
era el superior general de los Legionarios de Cristo, diciéndole que había que
acabar con el mito del padre Maciel “y llamar las cosas por su nombre porque
que era un violador pederasta, un mujeriego, un borracho”.
El cura no sólo se ha
opuesto a los abusos de los Legionarios de Cristo, también a los excesos de los
gobiernos municipales locales, y ha combinado sus actividades religiosas dando servicio
a las comunidades, lo que también, dijo, le originó dificultades, como el
retiro de los permisos para ejercer como sacerdote.
En aquella ocasión,
detalló algunos de los abusos de los Legionarios de Cristo en Quintana Roo y
componendas con el ex presidente municipal de Solidaridad, Filiberto Martínez
Méndez.
En su andar para ser
reivindicado y volver a ejercer como sacerdote, Pérez Guajardo señaló que se ha
encontrado con desagradables sorpresas de personajes en los que confiaba, pues
fue rechazado por el obispo de Saltillo, Raúl Vera López, a solicitud de los
Legionarios de Cristo.
Juan Pablo II ordenó sacerdote a Pérez Guajardo en el Vaticano en 1991 |
Ordenado sacerdote el 3
de enero de 1991 por Juan Pablo II y con más de siete años de vivir en Playa
del Carmen, “El Padre Rebelde” tuvo contacto directo con Marcial Maciel, pues
de 1986 a 2006 sirvió en Roma en la Dirección General de Legionarios de Cristo
en diversas labores de apoyo en el Archivo Histórico, la Secretaría General y
la Administración General.
Refirió que en los
últimos años de estancia en la capital de Italia, Maciel se ausentaba todos los
fines de semana. Sus colaboradores cercanos argumentaban que se retiraba a
descansar aquejado por sus enfermedades y la carga de trabajo, pero en
realidad, precisó Pérez Guajardo, “se iba al hotel Hilton, donde se hospedaba
con alguna de sus amantes”.
Un año después llegó a
Quintana Roo, a la prelatura Cancún-Chetumal, y después de permanecer unos
meses en la capital del estado, el obispo Pedro Pablo Elizondo lo mandó a Playa
del Carmen.
Pablo Pérez Guajardo apoyó la construcción de una escuela en el fraccionamiento La Guadalupana |
Con tan sólo 20 pesos en
la bolsa, recordó, llegó al fraccionamiento popular “La Guadalupana”, que tiene
una parroquia del mismo nombre, en una zona muy alejada del centro de la ciudad
y con graves problemas sociales, uno de ellos el alto número de suicidios en el
municipio de Solidaridad, que en ese entonces abarcaba Tulum y comunidades
mayas.
Pérez Guajardo decidió no
solo desempeñar su labor como sacerdote, sino también vincularse socialmente
con la comunidad, la mayoría inmigrantes tabasqueños y chipanecos.
“Nunca imaginé que iba a
cobrar una importancia oficial o eclesial todo lo que estábamos haciendo ahí”,
refirió
Paulatinamente se vinculó
con la comunidad y su presencia se extendió a cuatro colonias y
fraccionamientos de los llamados de nueva creación y alejados del centro de
Playa del Carmen.
En 2010, indignado por
los informes contra Marcial Maciel, determinó enviar la carta a Álvaro
Corcuera, pero la respuesta le llegó por conducto del obispo Pedro Pablo
Elizondo, también Legionario de Cristo.
“Al obispo le molesta
mucho porque estoy rompiendo la unidad eclesial. Y, por si fuera poco, algunos
padres de Playa del Carmen se quejan ante el obispo Elizondo de que estaba
aplicando la Teología de la Liberación, a lo que respondí que no estaba
aplicando la Teología de la Liberación, sino estando cerca de la gente”,
subrayó en aquella ocasión Pérez Guajardo.
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