Recordando
a García Márquez…
escritor y periodista
Víctor Galván
El
pasado fin de semana en La
Pitahaya, un oasis cultural de reciente apertura ubicado en la avenida Yaxchilán, a unos pasos de la
zona de bares más concurrida en la vida nocturna de Cancún, se reunieron
integrantes de la Sala de Lectura
La Tlacuila para compartir lecturas y recordar a Gabriel García Márquez, recientemente fallecido a los 87 años de
edad en la Ciudad de México.
En
la tertulia, en torno a seis mesas de plástico dispuestas para conformar una
sola, una veintena de asistentes departieron entre un aromático café, una taza
de té o una cerveza para mitigar el calor de las últimas noches de abril. Se
habló de realismo mágico, hubo lectura de fragmentos de obras de García Márquez
e incluso se disfrutó de pasajes de Cien
años de soledad en ruso. Para quienes no estamos familiarizados con este
idioma fue un novedoso deleite escuchar de una voz femenina su obra cumbre,
entre matices musicales graves y sonoros.
El
aporte de García Márquez a la literatura universal es indudable, no en vano Elena
Poniatowska atinadamente señaló, al recibir el Premio Cervantes el pasado 23 de abril en Madrid, que gracias a él
“América Latina echó las alas para volar".
Su
vida profesional abarcó diversos oficios relacionados con las letras: escritor,
guionista, crítico de cine, pero no se podría dimensionar ni explicar en su
totalidad su genio creativo sin subrayar que, antes de todo ello, fue
periodista, oficio al que le tenía sumo respeto.
Es
en sus años de juventud donde se ubican sus antecedentes literarios, en los
tiempos en los que el periodismo se desarrollaba entre el fragor de la noticia,
de forma puramente empírica, no en las aulas universitarias.
García
Márquez, un joven estudiante de derecho en la década de los años 40 del siglo
XX, descubre que su vocación no eran las leyes sino las letras cuando el
periodismo iba más allá de la nota informativa, cuando el periodista debía
tener una base cultural importante y por ello entre el gremio la lectura era un
hábito cotidiano, cuando se tenía un gran respeto por la sintaxis porque el
estilo de redacción era importante para el manejo de la información; por todo
ello en los diarios de aquella época era común encontrar géneros periodísticos
como la columna de opinión, la entrevista, la crónica y el reportaje, estos dos
últimos en los que periodismo y literatura navegan en una frontera unida por
una línea muy delgada.
Es
en este contexto en el que Gabriel García Márquez incursiona en el medio
periodístico, a raíz de sucesos sangrientos que estremecieron a la capital
colombiana conocidos como el Bogotazo,
en los que fue asesinado el popular y carismático político del Partido Liberal Jorge Eliécer Gaitán. El joven
estudiante universitario se traslada a Cartagena, donde ingresa al periódico El
Universal, y posteriormente, en 1948, a El Heraldo, de Barranquilla,
En
1953 incursiona en el diario El
Espectador, de Bogotá, donde escribió reportajes y crítica de cine. Al
mismo tiempo que se desarrollaba como periodista, publicaba también cuentos,
que comenzaron a ver la luz desde su época de estudiante.
Periodista
y escritor siempre fueron de la mano. En esta época, en 1955, nace su primera
novela, La hojarasca, en la
que por primera vez menciona en una de sus obras el mítico pueblo de Macondo.
Ese mismo año escribió un amplio reportaje dividido en 14 entregas en las que
en forma de crónica relató una noticia que tuvo una gran resonancia en Colombia
y que años después, en 1970, fue publicada bajo el título de Relato de un náufrago.
En
1959 fue nombrado director de la recién creada agencia de noticias cubana Prensa Latina. Luego de vivir en 1960 durante
seis meses en Cuba, al año siguiente fue trasladado a Nueva York, pero tras
recibir amenazas y críticas de la CIA y de los exiliados cubanos, que no
compartían el contenido de sus reportajes, decidió trasladarse a la ciudad de México,
donde fue guionista de cine y fincó su residencia hasta su muerte y donde
escribió durante 18 meses Cien
años de soledad, publicada por primera vez en 1967.
A
pesar de que el quehacer literario se convirtió en su principal profesión,
continuó escribiendo artículos que se publicaron en revistas y periódicos de
todo el mundo. Gabriel García Márquez siempre tuvo un gran respeto por el
periodismo. Fue un profesional en toda la extensión de la palabra y por ello
dominó géneros como la crónica, la entrevista, el reportaje, la columna de
opinión. Poseía un talento natural para desarrollar y describir historias
cotidianas y de ahí se explica su
riqueza literaria.
García
Márquez es un ejemplo a seguir en el periodismo por su preparación cultural y
profesionalismo, pues sólo quien posee una amplia cultura y conocimientos es
capaz de desarrollar un sentido analítico y crítico. No basta con conocer y
dominar las tecnologías de la información y de la comunicación, pues aunque herramientas
como Internet son una gran fuente de información y de conocimientos, es y
seguirá siendo importante saber redactar respetando el idioma y, sobre todo,
conducirse con ética, pues periodista no es quien con una mano es zalamero y se
desvive en halagos a políticos y funcionarios en pseudo columnas y notas mal redactadas (los cuales abundan en redes sociales),
mientras utiliza la otra para estirarla y recibir unas monedas a cambio.
Debemos
seguir preparándonos todos los días, leer y profundizar en nuestros
conocimientos para de esa forma honrar y dignificar la profesión a la que Gabriel García
Márquez calificó como “el oficio más bello del mundo”.
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